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La edad avanzada, el aislamiento, la enfermedad o discapacidad no deben ser barreras que impidan la protección de transgresiones a los derechos humanos de las personas mayores.
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El respeto por las diferencias es resultado de una educación que promueve el entendimiento, la comprensión y la tolerancia hacia todas las personas.
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La participación efectiva de las y los jóvenes en el fomento del desarrollo económico, político y social del país, contribuye a fortalecer sus aptitudes y competencias para enfrentar los retos y desafíos contemporáneos.
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El envejecimiento es un factor transversal que debe ser tomado en cuenta en todos los programas o planes nacionales para la materialización del ejercicio pleno y garantía de los derechos humanos de las personas mayores.
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Es necesario construir políticas públicas que incidan en la atención integral de las y los jóvenes, con las que se brinden oportunidades incluyentes y se propicie un entorno social y familiar armónico, saludable y libre de toda forma de violencia.